Las mujeres ocupan un espacio importante en las leyendas y mitos de la cultura ecuatoriana, entre ellas se puede mencionar la Dama Tapada de Guayaquil.
Es el fantasma que persigue a los mujeriegos, va vestido de negro y lleva cubierta la cabeza con mantilla, velo o pañolón de largos flecos, se caracteriza por su elegancia y figura encantadora.
A su paso queda un oloroso perfume de nardos o violetas, lo cual despierta el interés de los trasnochadores y borrachos que deciden seguirla. Quienes van tras de su paso no pueden acercarse más de un metro, ya que ella sigue sin dejarse alcanzar debido a que jamás varía de su ritmo al caminar y por más esfuerzos que hagan sus seguidores no la pueden alcanzar.
La siguen de forma hipnótica y cualquiera que pudiera venir de frente nunca la ve. En forma súbita se detiene al pie del cementerio da media vuelta, levanta el pelo y dice: “Ya me ve usted como soy…. Ahora, si quiere seguirme, sígame”. En ese instante la mujer de bellísimo rostro sonrosado en cuestión de segundos se descompone hasta convertirse en una calavera, mientras su pecho arde en llamas.
Quienes han presenciado esta visión quedan paralizados, locos o muertos. Ella sigue su camino hasta desaparecer finalmente. Esta mujer en nuestra ciudad se aparecía a la altura del cementerio antiguo, Boca del Pozo, al bajar de la iglesia de Santo Domingo.
Esta leyenda existe desde la época de la Colonia.
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